SISTEMA MUSCULAR


Junto con los huesos, los músculos forman el sistema musculoesquelético, el responsable directo de la estática y el movimiento del cuerpo humano.
Los músculos pueden tener diversas formas y funciones, y desde el punto de vista de su funcionamiento, se dividen en voluntarios e involuntarios. A los primeros los controla de manera consciente la persona, por ejemplo, la flexión de los músculos del antebrazo para levantar una mano; no obstante, también pueden funcionar de manera automática, por ejemplo, para mantener el equilibrio y la postura.
En cambio, los músculos involuntarios escapan al control consciente y realizan su función siempre de manera automática, por ejemplo, los músculos que rodean el esófago y ayudan a la deglución y el músculo cardíaco, un tipo especial de músculo que se contrae y se relaja de manera rítmica y continua para enviar la sangre a todo el cuerpo.

ESTRUCTURA Y FISIOLOGÍA MUSCULAR

El músculo está formado por fibras musculares, que se agrupan sucesivamente en fascículos cada vez más complejos hasta conformar los músculos. Las fibras musculares son alargadas y contienen en su interior unas estructuras elásticas llamadas miofibrillas y miofilamentos, las cuales a su vez están formadas por dos proteínas diferentes, la actina y la miosina, que son las directamente encargadas de la contracción y la relajación del músculo (en la contracción, los filamentos de actina y miosina se desplazan unos sobre otros como una escalera plegable).
Todas las fibras musculares se mantienen unidas gracias a un tejido de sostén que existe en todo el organismo, el tejido conectivo. Por último, los músculos están rodeados por una fina membrana denominada aponeurosis, que los protege y les permite contraerse como una unidad.
Los músculos desarrollan un trabajo mecánico en cualquiera de sus localizaciones, es decir, varían su tamaño, reduciéndolo (contracción) o aumentándolo (relajación). Cada tipo muscular realiza siempre la misma secuencia en respuesta a un estímulo nervioso que puede ser voluntario o automático:
Fase de latencia: tiempo que transcurre entre el estímulo nervioso y la contracción muscular.
Fase de contracción: tiempo que dura la contracción activa del músculo, es decir, su acortamiento.
Fase de relajación: tiempo que sigue a la contracción y durante el cual el músculo recupera su posición inicial.
Todos los músculos responden a los estímulos nerviosos, órdenes que se transmiten a través de los nervios y cuyos transmisores finales al músculo son estímulos eléctricos y sustancias químicas; este estímulo ocurre en la unión neuromuscular, lugar de encuentro entre la neurona y la fibra muscular.
Para la realización de este trabajo mecánico es preciso que el músculo tenga dos características que le definen: la capacidad de contracción (contractilidad) y la capacidad de excitarse (excitabilidad). Para poder desarrollar su trabajo, los músculos necesitan una gran cantidad de energía (en forma de calorías) y oxígeno; por tanto, los músculos precisan un aporte muy importante de sangre, que es el vehículo que transporta la energía y el oxígeno. A partir de la digestión y la respiración se obtienen moléculas químicas portadoras de energía (los hidratos de carbono, en concreto su principal representante, la glucosa) y oxígeno. Los músculos son capaces de almacenar energía en una sustancia denominada glucógeno.
MUSCULOS ESTRIADOS

Los músculos estriados, también se llaman esqueléticos, son los responsables del movimiento del cuerpo, se controlan de manera voluntaria o consciente y están formados por un gran número de fibras que al microscopio muestran bandas de tono claro y otras de tono oscuro (de ahí su nombre). Las células o fibras musculares pueden llegar a medir hasta varios centímetros de longitud y poseen un gran número de pequeños órganos celulares encargados de la respiración celular y la obtención de energía, las mitocondrias.
En el organismo existen más de 600 músculos esqueléticos y constituyen la mayor proporción del peso del cuerpo: hasta el 50 % en una persona sana que no sea obesa.
Su función principal es el movimiento voluntario de todas las partes del cuerpo, incluidas la marcha, la carrera y el salto. También son los encargados del mantenimiento de la posición erguida y de las posturas y actitudes, así como de la expresión facial (la mímica) y la corporal.
La mayoría de los músculos esqueléticos trabajan por pares, o sea que, cuando uno se contrae, el otro se relaja; estos dos músculos se llaman agonista (el que se contrae para dar lugar al movimiento) y antagonista (el que se relaja). Por ejemplo, para doblar el codo, el músculo bíceps, situado delante del brazo, se contrae, mientras que el músculo tríceps, situado detrás del brazo, se relaja.
Los músculos estriados pueden tener diversas formas según el lugar en que se encuentren y su función concreta, por ejemplo:
Alargados en forma de huso (gruesos en el centro y estrechos en los extremos), son típicos de las extremidades, por ejemplo, el bíceps.
Planos y anchos, por ejemplo, el frontal o los músculos abdominales.
En forma de abanico, por ejemplo, el pectoral o el músculo de la mandíbula.
Orbiculares, en forma de ojal y que cierran los ojos y los labios.
Circulares o en forma de anillo, que cierran orificios como el ano (estos músculos se llaman esfínteres).


  
MUSCULOS LISOS
Las fibras de músculo liso se encuentran en las paredes de diversos órganos huecos y los vasos sanguíneos, son músculos involuntarios, es decir, la persona no controla conscientemente su contracción, funcionan de manera automática y están bajo el control del sistema nervioso autónomo o vegetativo.
Desempeñan funciones muy importantes en el organismo, como la regulación de la tensión arterial, el movimiento del alimento a través del tubo digestivo o la contracción del útero en el parto.
Los músculos lisos tienen forma de huso y están menos organizados y son más pequeños que los estriados.
 MUSCULO CARDÍACO
El músculo que forma las paredes del corazón constituye un tipo especial de músculo estriado, es muy voluminoso y muy rico en miofibrillas; a diferencia de otros músculos estriados, es involuntario, funciona con contracciones rítmicas y constantes durante toda la vida. 
El resultado de su contracción es el impulso o bombeo de sangre hacia las arterias y los distintos órganos del cuerpo para oxigenarse (en los pulmones) o para aportarles oxígeno y sustancias nutritivas (a todos los órganos). Durante la relajación muscular, el corazón vuelve a llenarse de sangre para el siguiente latido.
Su control y función son totalmente automáticos y están influidos por diversos factores; por ejemplo, un ejercicio físico importante necesita un mayor aporte de sangre a los distintos órganos, por lo que el corazón acelera su ritmo de latidos y, por tanto, de contracciones.
El músculo cardíaco posee un tejido específico que se distribuye por todo el corazón y crea sus propios estímulos eléctricos de manera autónoma, y se denomina tejido de conducción y es el responsable de manera más directa del ritmo de base del latido del corazón.
 INSERCION DE LOS MUSCULOS EN LOS HUESOS

Los músculos se insertan en la piel, las mucosas, los huesos, las aponeurosis o las sinoviales, cada uno tiene un punto fijo y otro móvil y estas inserciones pueden realizarse directamente o por medio de un tendón.
Los tendones son cuerdas o bandas fibrosas de tejido conectivo que se originan en la misma aponeurosis que recubre el músculo. Los músculos se encuentran unidos con firmeza a los tendones, que están fijados a los huesos.
Existen diversos tipos de tendones, según su localización y el tipo de músculo. Los músculos del abdomen, por ejemplo, son aplanados y muy anchos, por lo que los tendones son auténticas bandas de varios centímetros, en cambio, los músculos de las extremidades, sobre todo los de las manos y los pies, se encuentran lejos de su lugar de inserción, por lo que sus tendones son muy largos, como cuerdas.
Los tendones de los músculos de las manos y los pies tienen además la característica de que a su paso por la muñeca y el tobillo, respectivamente, se encuentran incluidos en vainas protectoras que contienen un líquido lubricante igual al que existe en las articulaciones (líquido sinovial). De este modo pueden deslizarse con facilidad por estos lugares estrechos sin lesionarse con el roce.



Los músculos pueden ser superficiales, situados debajo de la piel, o profundos, debajo de los anteriores y en contacto directo con el esqueleto y los órganos internos.
Por lo general la clasificación de los músculos se hace según las regiones del cuerpo a que pertenecen, aunque los músculos que actúan en una zona con frecuencia se originan en otra. Por ejemplo, muchos de los músculos que controlan el movimiento del brazo están situados en el tórax.

Los músculos de la cabeza se dividen en dos grupos:
Músculos masticadores, encargados de los movimientos de la mandíbula para conseguir la masticación de los alimentos: temporal, masetero (es el que se puede tocar claramente en el ángulo de la mandíbula al cerrarla con fuerza) y pterigoideos.
Músculos cutáneos de la cabeza, que están inmediatamente debajo de la piel y se encargan de la mímica de la cara y de abrir y cerrar los ojos y la boca: occipital, frontal, orbicular de los párpados, superciliar, dilatador de las aberturas nasales, piramidal, orbicular de los labios, buccinador, elevador del labio superior, canino, cigomático, del mentón, risorio y otros.
  
Los músculos del cuello propiamente dichos están distribuidos en tres regiones:
Región lateral del cuello, donde se encargan de bajar la mandíbula, flexionar, extender y rotar la cabeza y mantener fija e inclinar la columna vertebral cervical: cutáneo del cuello, esternocleidomastoideo, escalenos y recto lateral.
Región del hueso hioides, donde intervienen en los movimientos del hueso hioides y la laringe.
Región prevertebral, donde se ocupan del movimiento de la cabeza y la columna cervical: rectos anteriores y largo del cuello.
  
Esta región se extiende en sentido vertical, desde el hueso occipital, en la base posterior del cráneo, hasta el cóccix, situado al final de la columna vertebral, y hacia los lados, de un omóplato al otro:
Músculos superficiales, que están dispuestos en varios planos y participan en el movimiento de los hombros, la cabeza, los brazos, el omóplato y las costillas (intervienen en la respiración): trapecio, dorsal ancho, romboides, angular, serratos menores.
Músculos de la nuca, que básicamente mueven la cabeza: esplenio, complexos, transverso, rectos posteriores y oblicuos.
Músculos de los canales vertebrales, que son extensores de la columna vertebral: sacrolumbar, dorsal largo y transverso espinoso.
Músculos intertransversos, que fijan e inclinan la columna vertebral.
Músculos coccígeos, que mueven el cóccix.

La mayoría de estos músculos intervienen de manera activa en la respiración, ya sea en la fase de inspiración o entrada de aire o en la fase de espiración o salida de aire:
Región anterior y lateral, donde mueven el hombro y elevan las costillas: pectoral mayor, pectoral menor, subclavio y serrato mayor.
Región costal, donde mueven las costillas: intercostales, supracostales, infracostales y triangular del esternón.
  MUSCULOS DEL ABDOMEN
La mayoría de los músculos de esta región intervienen en el mantenimiento de las vísceras dentro de la cavidad abdominal y su compresión, por ejemplo, durante la emisión de la orina (micción). Están repartidos en cuatro regiones:
Región anterior y lateral, donde ayudan a comprimir los órganos abdominales en el vómito, la micción o la defecación: recto mayor, oblicuo mayor, oblicuo menor y transverso.
Región posterior o lumbar, donde inclinan la columna lumbar y doblan el muslo y la pelvis entre sí: cuadrado de los lomos y psoas.
Región superior o del diafragma, formada sólo por el músculo diafragma, que constituye un tabique en forma de cúpula que separa el tórax del abdomen y además participa en la inspiración.
Región inferior o del periné, donde intervienen en la abertura y cierre del ano, constituyen la base de la cavidad abdominal y participan en varias etapas del acto sexual.
  
Los músculos de las extremidades superiores se dividen en cuatro grupos:
Músculos del hombro, que intervienen en todos los movimientos del brazo: deltoides (el que se palpa directamente al tocar el hombro), supraespinoso, infraespinoso, redondo menor, redondo mayor y subescapular.
Músculos del brazo, que intervienen en la flexión y extensión del antebrazo sobre el brazo, por lo que los anteriores son agonistas (bíceps braquial, coracobraquial y braquial anterior) y los posteriores son antagonistas (tríceps braquial).
Músculos del antebrazo, que tienen múltiples y complejas funciones que aseguran todos los movimientos, incluso los más exquisitos de la mano y los dedos: pronador redondo, palmar, cubital, flexor común, flexor largo, supinador, radial, extensor común, abductor, extensor propio y otros.
Músculos de la mano, que ayudan a completar los movimientos de la mano y los dedos: abductor, flexor, oponente, aductor, palmar cutáneo, lumbricales e interóseos.



Los músculos de las extremidades inferiores intervienen en el mantenimiento de la posición erguida del cuerpo y en la marcha sobre los pies. Se dividen en cuatro grupos:
Músculos de la pelvis, que se extienden desde la pelvis hasta el fémur y participan en la estabilidad de la pelvis y los movimientos del muslo: glúteo mayor (que constituye la mayor parte de la nalga), glúteo mediano, glúteo menor, piramidal, obturadores y otros.
Músculos del muslo, que participan en los movimientos del muslo y la pierna: tensor, sartorio, cuádriceps crural, recto interno, pectíneo, aductores del muslo, bíceps crural, semitendinoso y semimembranoso.
Músculos de la pierna, que participan en los movimientos del pie y los dedos: tibiales, extensor común, extensor propio, peroneos, gemelos (que se palpan bajo la piel de la pantorrilla), sóleo, plantar delgado, poplíteo, flexor común y flexor propio.
Músculos del pie, que completan los movimientos del pie y sus dedos: pedio, aductores, flexor corto, oponente, accesorio, lumbricales e interóseos.








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